Las chicas del cable
Ayer, por la noche terminé la primera temporada de Las chicas del cable, la primera serie española en Netflix. Esta serie ha sido producida por Bambú Producciones y las protagonistas son cuatro mujeres con historias muy diferentes, Ana Fernández, Nadia de Santiago, Blanca Suárez y Maggie Civantos.
La historia se desarrolla a finales de los años 20 en Madrid. La Compañía de Telefonía convoca a las señoritas aspirantes a telefonistas para la gran empresa, más exitosa de la ciudad. En este proceso de selección se conocen, accidentalmente, Marga, Lidia, Carlota y Ángeles. Las cuatro nuevas amigas sale a celebrar el éxito y posible inicio de una vida emancipada.
La serie está dividida en ocho episodios narrados de forma lineal y continua, acudiendo en pocas ocasiones a flashbacks para comprender la relación amorosa que constituye el conflicto central de la trama. Las chicas del cable es una serie feminista, en todo sentido. A través de las historias de cada chica, revela el desamparo, maltrato y violencia que sufrían las mujeres españolas durante el tiempo entre guerras.
Al ver una serie, suelen surgirte diferentes dudas o incluso atar ciertos cabos sueltos, en este caso, de mi periodo histórico preferido. No solo me agrada que la serie sea protagonizada por mujeres, sino también, que el rol de cada una, sea distinto y tenga implantado algunos temores y sueños que cada una persigue a lo largo de su vida.
En cuestión de lenguaje audiovisual, el tratamiento de arte (vestuario, maquillaje y escenografías) es bastante aceptable al nivel de transmitir la esencia de la década: el bar principal frente a la compañía, el estilo gatsby para las fiestas, el cabello corto y ondulado, la sala de máquinas junto a los planos y los despachos de dirección. Muy alejado de estas buenas decisiones, encontré incómodo, el uso de música un tanto electrónica para los espacios vacíos de la historia, puede llegar a desconcentrarte en ciertas situaciones.
★★★★☆ A mí me encantó y de 5 estrellas, le pongo 4, a favor de interpretación, guión y puesta en escena, excluyendo la música, claro.

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